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Las 3 Vías de Resolución de Conflictos: Interés, Ley y Poder 

Entendemos los conflictos como situaciones que generan tensión y que se perpetúan a lo largo del tiempo, pero también como situaciones cotidianas que forman parte de nuestra vida, para las que a veces no tenemos herramientas. La forma en que los resolvemos dice mucho sobre nuestras prioridades, nuestras relaciones y nuestras capacidades para convivir. Existen tres grandes caminos para abordar un conflicto: la vía del interés, la vía de la ley y la vía del poder, teniendo cada una sus ventajas, limitaciones y momentos adecuados de uso.

1. La Vía del Interés

La vía del interés es la forma más colaborativa y constructiva de resolver un conflicto, ya que se centra en los intereses reales de las partes involucradas, no en las posiciones o exigencias. A través de esta vía se busca que ambas partes ganen, teniendo como punto de partida la clarificación de los intereses y la generación de opciones basadas en posibilidades de beneficio para todas las partes.  

Por ejemplo, cuando dos compañeros de oficina quieren el mismo escritorio junto a la ventana. En lugar de discutir quién tiene más derecho, se exploran sus necesidades: uno lo quiere por la luz natural para leer, y el otro por la vista para relajarse. Acuerdan alternarse o reorganizar el espacio. 

La vía del interés tiene muchas ventajas: fortalece las relaciones, crea soluciones creativas y genera alta satisfacción para todas las partes involucradas. Pero, al mismo tiempo, tiene sus limitaciones: requiere comunicación abierta y cooperación, y al mismo tiempo, es imposible que esto si nos encontramos en una fase avanzada de conflicto, ya que, las relaciones pasan a estar basadas en la desconfianza mutua.  

2. La Vía de la Ley

Cuando no se puede resolver el conflicto de manera directa, entra la vía legal: se recurre a normas, contratos, regulaciones o a un tercero neutral (como un juez o árbitro) que imponga una solución basada en lo que la ley establece. 

Por ejemplo, un compañero llega constantemente 15 minutos tarde a su puesto de trabajo, ralentizando al equipo y atrasando el trabajo del día. El reglamento interno de la empresa refleja que es una conducta inaceptable que puede constituir una falta, por lo que es la vía de la ley la que resuelve el conflicto de origen, al no permitir que esta conducta se perpetue.  

Al igual que la vía de la ley, esta vía también tiene sus ventajas y limitaciones. Por un lado, da certeza y legitimidad, pero por el otro puede ser un proceso costoso y no siempre soluciona el conflicto de origen. Por lo tanto, es útil cuando hay un desacuerdo sobre lo que es justo y se necesita una autoridad externa.  

3. La Vía del Poder

Esta es la forma más directa y menos cooperativa de resolver conflictos. Se basa en la imposición de una parte sobre la otra usando poder económico, jerárquico, físico o incluso social. No se busca un acuerdo, sino que una parte se impone por fuerza o influencia. 

Ejemplo: Un jefe impone su decisión sobre un empleado sin discutir, usando su autoridad; “porque lo digo yo”.  

Si bien como ventaja podemos observar que es una vía rápida y decisiva y funciona cuando hay una urgencia o necesidad de control, también puede generar resentimiento y es inestable a largo plazo, ya que, cuando el poder cambia, lo hace también el resultado.  

En conclusión, no hay una única vía correcta y todo depende del contexto: si se quiere mantener la relación y no es una fase avanzada del conflicto utilizaremos la vía del interés, si se necesita una solución justa y objetiva utilizaremos la vía de la ley, y si no hay disposición al diálogo y se necesita actuar con autoridad utilizaremos la vía del poder. La clave está en saber elegir la vía adecuada para cada situación. Idealmente, deberíamos empezar siempre por la vía del interés, pero si eso no es posible, avanzar hacia lo legal, y dejar la vía del poder como último recurso. 

Entender las tres vías de resolución de conflictos —interés, ley y poder— nos permite actuar con mayor conciencia y eficacia ante los desafíos que surgen en la vida personal, profesional o social. Cada vía tiene su lugar: la vía del interés promueve el diálogo y la cooperación; la vía legal ofrece un marco objetivo cuando no hay acuerdo; y la vía del poder, aunque útil en situaciones límite, debe manejarse con precaución. Elegir sabiamente el camino adecuado no solo resuelve problemas, sino que también fortalece nuestras relaciones y construye entornos más justos y sostenibles. 

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