La presencia de conflictos en las organizaciones es innegable. Lo habitual es que estos generen impactos negativos, afectando el funcionamiento diario y generando costes significativos. Sin embargo, esta visión no cuenta toda la historia.
La literatura sobre organizaciones —desde la psicología hasta la sociología y la gestión— ha abordado ampliamente la existencia del conflicto y sus efectos adversos. Perrow (1993) ya lo señalaba, y autores como Barnard (1968) apenas lo trataron, considerándolo una consecuencia del fracaso del liderazgo. Otros lo han relacionado con defectos humanos como la cobardía, la ignorancia o la codicia. Para los teóricos clásicos de la administración, el conflicto surge por una falta de control, planificación o ejecución. En cambio, los teóricos de las relaciones humanas lo enfocan como un problema interpersonal, aunque algunos apenas se asoman al conflicto entre grupos.
Pese a estas visiones, lo cierto es que pocos han desarrollado modelos sólidos para su gestión.
El otro lado del conflicto: sus beneficios
Aunque los conflictos suelen tener efectos negativos, también pueden generar resultados positivos si se gestionan adecuadamente. En lugar de centrarse solo en prevenirlos o eliminarlos, las organizaciones deberían aprender a gestionarlos de forma constructiva.
Según Fernández M. (1999), algunos de los efectos positivos del conflicto, cuando se maneja de manera adecuada, incluyen:
- Impulso al cambio: puede ser un motor de transformación personal y organizacional, promoviendo innovaciones y mejoras necesarias.
- Refuerzo de la identidad: ayuda a fortalecer tanto la identidad individual como la grupal, especialmente cuando se resuelve de forma colaborativa.
- Mejora en la comunicación: favorece el desarrollo de canales y estilos de comunicación más eficaces y duraderos.
- Construcción de confianza: permite resaltar las similitudes entre las partes, fortaleciendo la confianza mutua.
Reconociendo este potencial, resulta imprescindible avanzar hacia sistemas eficaces de gestión del conflicto. Disciplinas como la Investigación para la Paz ya ofrecen metodologías innovadoras y efectivas para entender y manejar los conflictos. No obstante, sigue siendo una asignatura pendiente en muchas organizaciones.